Cuando aprender a soltar también es felicidad.

Solemos vivir acumulando; cosas, personas, ideas, recuerdos, incluso expectativas. Sin darnos cuenta, esa carga nos roba espacio interior. Queremos ser felices pero seguimos aferrados a lo que ya no tiene sentido, por miedo, por costumbre o por “lealtad”.

Soltar no tiene por qué significar perder. A veces el acto más profundo de amor propio es reconocer que hemos crecido, que hemos cambiado y que algunas piezas del pasado ya no encajan en el presente. Soltar es confiar y confiar es, también, una forma de alegría.

Tal vez la felicidad no llegue cuando todo está en su lugar sino cuando dejas de forzarlo.

¿Qué podrías soltar hoy para sentirte más libre contigo mismo/a?

María Muratet Embuena.

Esta reflexión se basa en los contenidos del Modelo Educativo de Semiología de la vida cotidiana®, creado por el Dr. Alfonso Ruiz Soto®.